Los agentes de IA son sistemas proactivos que asumen tareas con mínima intervención del usuario. Analizan los objetivos, los desglosan en componentes procesables y los ejecutan de manera independiente. Equipados con características avanzadas como el encadenamiento de tareas, la memoria persistente y la toma de decisiones contextuales, los agentes se adaptan y aprenden con el tiempo para optimizar su rendimiento.
Por ejemplo, en el sector bancario, un agente de IA encargado de detectar fraudes podría supervisar transacciones de manera independiente, identificar patrones inusuales y hacer recomendaciones específicas para reducir el riesgo sin requerir la intervención continua de un operador humano.
El enfoque de la IA agéntica
La IA agéntica opera como un sistema completamente autónomo capaz de alcanzar metas con mínima o ninguna intervención humana. No depende de instrucciones predefinidas ni de flujos de trabajo rígidos. La IA agéntica analiza dinámicamente una tarea, determina los pasos necesarios y selecciona las herramientas adecuadas para ejecutar esos pasos en la secuencia óptima.
Por ejemplo, en la gestión autónoma de inventario, la IA Agentic puede:
- supervisar los niveles de existencias
- predecir la demanda futura basándose en datos históricos
- hacer pedidos a los proveedores
- ajustar los horarios de reabastecimiento según las condiciones fluctuantes del mercado.
Cada acción se coordina de manera fluida, permitiendo que el sistema se adapte si ocurren interrupciones en la cadena de suministro o si la demanda de los clientes cambia inesperadamente.